viernes, 10 de septiembre de 2010

Día 17: Yosemite National Park

Despertamos en Santa Bárbara con la idea de recojer la autocaravana y ponernos pronto en la carretera, pues por problemas de tiempo decidimos que ver el pueblo en que nos encontrábamos era inviable, pues teníamos por delante un intenso día de carretera para llegar a dormir al parque nacional de Yosemite, que se encuentra aproximadamente en la parte centro-este del estado de California.


Ver Yosemite National Park en un mapa más grande

El gps nos daba una previsión de unas 6 horas y media para completar las 350 millas (unos 650 km) que nos separaban de nuestro destino, eso sin contar las paradas a descansar, repostar gasolina y comer.

Como podréis imaginar el día transcurrió casi en su totalidad en la carretera, con lo que no hay muchas fotografías, anéctodas o experiencias dignas de contar aquí.

La única reflexión que cabe mencionar es el estado de las carreteras estadounidenses, que no es lo que esperábamos, al menos por las que nosotros hemos rodado. Y es que los españoles tendemos a infravalorar todo lo nuestro, pero mi lectura en éste aspecto es que las calzadas son más anchas, pero más bacheadas y descuidadas que las de nuestro país.

Llegamos tras un largo trayecto al parque nacional de Yosemite sobre las 18:30 horas, donde pagamos la entrada, creo recordar que unos 18 dólares y nos dirigimos a buscar el alojamiento, previo paso por una gasolinera para repostar de nuevo; ya que la autocaravana consume bastante debido a peso, millas, aire acondicionado... nunca nos arriesgamos a que baje de un cuarto de depósito.

Justo al lado de la gasolinera encontramos una tienda de recuerdos del parque, así que hicimos una visita para estirar las piernas y poder respirar el oxígeno puro que nos ofrecía la zona.

Proseguimos con nuestro camino, aún teníamos por delante una hora de carretera, pero ya por dentro del parque, llena de curvas y estrecha, pero con unas vistas impresionantes.



Llegamos al camping casi anocheciendo y buscamos estacionamiento para nuestro vehículo, que no era precisamente pequeño; lo encontramos y de nuevo nos encontramos con el método de pago basado en la "confianza", como os conté en el capítulo de las playas.



Una vez más fuimos honestos y metimos en el sobre el dinero que correspondía; mejor dicho, fuímos mucho más honestos, ya que David se encontró un sobre lleno de dinero y sin cerrar de algún compañero de camping despistado. Procedió a cerrarlo y lo depositó en el buzón, no sin antes verse acechado por las lógicas dudas sobre si quedarse el dinero o no.



Después, consultamos un tablón informativo sobre el camping y el parque de Yosemite, en el que recomendaba que guardáramos toda la comida en unos recipientes metálicos con candado para no ser víctimas de un oso hambriento; tras ver las fotos de osos aplastando coches como si fueran de papel, hicimos lo propio justo después de cenar.



No era éste un camping al uso debido a la ubicación del mismo, pues no tenías servicio eléctrico, ni duchas, ni lavandería, así que tocó asearse en la claustrofóbica ducha de la autocaravana y arroparse un poco en la cama a la hora de dormir para paliar el frío que hacía por la noche en el bosque.

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