Nuestro primer despertar en la tierra de las oportunidades y para mimetizarnos con el ambiente decidimos de buena mañana seguir una tradición muy arraigada; desayunar fuerte, en McDonalds, por cierto.
El primer mito lo verificamos ayer, la coca-cola sabe diferente; es como un "flash" derretido y con menos gas. Segundo mito, el tamaño de la comida; cierto, en el susodicho restaurante de comida rápida pudimos comprobar como el tamaño de las bebidas era el doble que en España.
Algo que me llama mucho la atención son los coches, me encantan los modelos americanos, sobre todo los antiguos. Los camiones de bomberos son auténticas reliquias, impresionantes.
En el McDonalds observé como entraban unos bomberos a desayunar, por lo que salí en busca del camión y ahí estaba, reluciente y con todo lujo de detalle, parecía sacado de una película.
Como de película parecía nuestro primer destino del día, el cementerio de Arlington.
El lugar, fiel al estilo americano, es enorme y espectacular, que suena raro refiriéndose a un cementerio, pero puedo asegurar que así es.
Nos dirigimos en primer lugar al monumento de la batalla de "Iwo Jima", el cual nos deja boquiabiertos, es enorme y me dedico a hacerle fotos desde todos los ángulos.
Vamos después a la tumba del malogrado JFK; por el camino, interminables hileras de tumbas que ponen los pelos de punta; aunque no es un cementerio al uso, nada tétrico, sólo lápidas en unas grandes praderas de un césped bien cuidado.
Por el camino suenan unas campanas, que rápidamente se tornan el las notas que forman el himno estadounidense.
La aglomeración de turistas nos indica que hemos llegado a las tumbas de los Kennedy.
Tras ésta parada buscamos el último punto clave de la visita, la tumba de los desconocidos, en la cual se está produciendo el cambio de guardia a nuestra llegada.
En mi opinión se trata del memorial más emocionante; se trata de un gran ataud de mármol blanco con unas inscripciones que constituyen un bonito homenaje a los caídos por la patria.
Vamos mal de tiempo según el planning que trazamos para el día y es que aún no nos hemos acostumbrado a la magnitud de éste país, donde los desplazamientos son verdaderamente largos y el metro no nos lo está poniendo fácil, con unas frecuencias de paso de unos 20 minutos.
Comemos en un centro comercial cercano al Pentágono, el cual nos acercamos a ver, aún a sabiendas de que el atractivo estaría en verlo desde altura, ya que desde el suelo no es nada espectacular, con el añadido de que no te dejan hacer fotos desde cerca; eso sí, te avisan de esta circunstancia gritando "muy amablemente".
Nos queda por visitar uno de los múltiples museos "Smithsonian" que ofrece ésta ciudad, el de aviación y aeroespacial y por supuesto la archiconocida casa blanca, residencia del presidente de éste país.
El museo es bastante espectacular y es de esos en los que puedes tocarm entrar a las réplicas de aeronaves, ver películas... muy entretenido.
En la tienda me hago una foto con la cazadora de "Top Gun", a lo Tom Cruise.
De camino a la residencia del presidente nos encontramos con el edificio del FBI; en el cual nos paramos a hacer unas fotos.
Había leído que la casa blanca no era muy grande y efectivamente, pero no decepciona, la televisión y las películas distorsionan un poco la realidad.
Damos un rodeo para observarla desde la cara oeste, pero nos encontramos con que tenemos que conformarnos con mirarla desde 1 km de distancia aproximadamente.
Encaramos el tramo final del día comprando unos recuerdos en unos puestos callejeros para después poner rumbo a "Chinatown", desde donde al día siguiente tomaremos un bus a la gran manzana.
Lo habíamos intentado ubicar mediante google street view, pero fue imposible, así que decidimos personarnos en el lugar en cuestión para cerciorarnos del lugar del que salía nuestro bus al día siguiente.
Ahí descubrimos que no había ninguna parada señalizada, sino un local bajo regentado por chinos que más parecía una clínica clandestina que una compañía de transporte.
Decidimos cenar en la zona, ya que estaba muy animada y llena de restaurantes, al contrario de lo que la ciudad nos tenía acostumbrados.
La comida americana es muy sabrosa y abundante y ésto empieza a hacer mella en mi estómago.
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